Nació en Santa Cruz de la Sierra el 16 septiembre de 1946. Es reconocido como el escultor cruceño más prominente y considerado uno de los representantes más importantes del arte boliviano de la segunda mitad del siglo XX.
Mientras crecía, pasó mucho tiempo en la amplia carpintería de su familia jugando entre la madera, observando cómo su padre diseñaba y transformaba los troncos en diversidad muebles. De esta manera Macelo pudo desarrollar habilidades para tallar, inicialmente sus juguetes y luego las obras que marcaron su futuro.
Siendo adolescente y apoyado por sus padres, ingresó a la modesta escuela de Bellas Artes de su ciudad aprendiendo con el profesor Ungaro Jorge Rózsa, junto a otros artistas con los que más adelante compartiría el escenario artístico cruceño: Tito Kuramoto y Herminio Pedraza.
El año 1966 realizó su primera exposición individual impactando al público y particularmente a un empresario cruceño, Ramón Darío Gutiérrez quien le posibilitó el ingreso a la Escuela de Bellas Artes de París. Continuó sus estudios en Bruselas en la Escuela Superior de Arquitectura y Artes Visuales “La Cambre” ampliando sus conocimientos con fundición en bronce, fotografía, video, grabado, dibujo y pintura, con tan buenos resultados que al graduarse obtuvo “La plus Grande Distintion”.
Conoció varias ciudades en Europa y Norte América, fue testigo de la revuelta estudiantil del mayo francés del 68, los avances tecnológicos lo sorprendieron, sobre todo la televisión, el video, la llegada del hombre a la luna. Los nuevos valores del arte lo sedujeron: La herencia de la escuela de arte alemana Bauhaus, personajes como Warhol, Hitchcock, Stravinsky, Bretón, Bacon y muchos otros. El movimiento hippie, el jazz, la guerra de Vietnam, el feminismo,… todo marcaba su mente y su espíritu.
En 1974 retorna a su tierra encontrándola muy lejana de la realidad europea y norteamericana; era una sociedad conservadora, tal como él la dejó muchos años atrás. Pero él ya tenía otra conciencia y percepción de las cosas. El retorno no fue fácil, pero sí grato.
Su intención inmediata era construir una fundición para realizar obras en bronce, fue un proyecto que quedó inconcluso. Sin embargo y sin detenerse, emprendió otros proyectos que incluían la formación de jóvenes artistas con la creación del Taller de Artes Visuales. Construyó su taller, hizo obras en técnica mixta, collage, dibujo, pintura con pastel, objetos utilitarios, muebles, joyas y proyectos urbanos.
El corazón del Marcelo Callaú se detuvo abruptamente la tarde del 3 de mayo del 2004, dejando un inmenso vacío, pues era una personalidad, un símbolo de identidad local, un referente de la escultura en el país, un crítico sensible e inteligente con ideas de avanzada enfocadas en mejorar la sociedad en que vivía, un ser íntegro con espíritu libre.